En los últimos años se ha demostrado que dedicar tiempo a elaborar postres tiene múltiples beneficios para la salud. No solo reduce el estrés, sino que activa las emociones positivas. La repostería ha trascendido varias generaciones gracias a las redes sociales hasta convertirse en un pasatiempo popular para personas de todas las edades. El afán por embarcarse en nuevos hobbies ha popularizado algo tan “de toda la vida” como preparar unas natillas, un flan casero o unas torrijas. Y, además, con beneficios para la salud física y mental.
Hace años nadie se hubiera imaginado que elaborar un postre iba a tener tantos beneficios para la salud. Sin embargo, nuestras abuelas, que pasaban horas en la cocina, ya conocían el valor de esta entretenida actividad. En un mundo acelerado y digital, tomarse un momento para cocinar con calma y disfrutar de cada etapa del proceso es un regalo para uno mismo.
Preparar un postre genera múltiples beneficios para la salud mental. Permite expresarse en otros lenguajes, despierta la creatividad, se activan nuestras emociones y reduce el cortisol, más conocido como la hormona del estrés.
Cocinar para otras personas también tiene su impacto positivo. Es una manera de mostrar afecto y atención. Genera bienestar, satisfacción y recompensa al trabajo; un gesto de generosidad hacia el otro que siempre es bien valorado independientemente del resultado final. No olvidemos que la intención es lo que cuenta.
Preparar un postre, es también una manera de descansar la mente y la vista de las pantallas y vivir una experiencia offline, vamos, la de toda la vida. Tú y tu bizcocho cara a cara.
Es un momento para relajarse, disfrutar del proceso y sumergirse en una experiencia sensorial, desde el sonido de los ingredientes hasta el crujir de los alimentos en el horno.
Preparar un postre puede ser una experiencia muy gratificante y relajante. La "terapia culinaria" es una forma maravillosa de desconectar de las preocupaciones diarias. Al concentrarte en la mezcla de ingredientes y en el proceso de creación, puedes encontrar un momento de paz y satisfacción. Y luego llega la mejor parte; tienes un delicioso postre para disfrutar y compartir.
Si no eres un experto repostero, es importante comenzar por postres más sencillos para evitar frustración. Y si el resultado es bueno, repetirás, porque la experiencia de recibir halagos por tu buen hacer, te creará una especial motivación para seguir practicando.
La repostería es una actividad muy beneficiosa para personas de todas las edades, desde niños hasta ancianos. Al preparar un postre, no solo se divierten, sino que también ejercitan sus manos y dedos, lo que puede ser especialmente útil y beneficioso para aquellos con problemas de movilidad. La estimulación que se logra al manipular los ingredientes ayuda a mejorar la prensión y el agarre, lo que es fundamental para la rehabilitación y el desarrollo de habilidades motoras en los más pequeños. ¡Es una forma deliciosa de cuidar la salud!
Así que, si te sientes un poco abrumado, tomarte un tiempo para elaborar un postre puede ser justo lo que necesitas. Disfruta del proceso y de cada pequeño momento.
Y tanto si compartes el resultado como si no, ¡el placer está garantizado!