Siempre nos acompañan en estas fechas como dulces que no pueden faltar en las celebraciones navideñas. Desde hace siglos, son el fin de fiesta de las comidas, meriendas y cenas desde comienzos del mes de diciembre y hasta el día de Reyes. Hablamos de los dulces típicos de la Navidad, esos de los que no se puede prescindir, porque sin ellos, estas fiestas no serían lo mismo.
Su presencia es suficiente para crear la magia que envuelve estas fechas señaladas. Unos dulces que, además de satisfacer al paladar, nos traen recuerdos de la infancia, momentos inolvidables y algo de nostalgia.
Asociados a la tradición religiosa de la Navidad, no todos los dulces navideños tienen su origen en el cristianismo, la cuenca mediterránea y la influencia árabe tienen mucho que ver en nuestra repostería actual.
La gastronomía mediterránea, sus productos y condimentos y los ochos siglos que los árabes estuvieron en la península, han sido claves para influir en nuestra repostería. En la última década, los dulces navideños han sufrido una metamorfosis radical en cuanto al sabor y excentricidad, sin embargo, los frutos secos, el azúcar y la miel son elementos primordiales en la elaboración de estos dulces navideños que llevan presentes en nuestra historia durante siglos.
El turrón
De origen incierto, el turrón surge en algún lugar de la cuenca mediterránea y antes de Cristo. A partir de ahí, muchos han reclamado su origen, pero nunca se ha confirmado con exactitud.
Villa de Sexona, actual Jijona del siglo XVI, la Antigua Mesopotamia por sus baklavas, un pueblo musulmán por la costumbre de mezclar frutos secos con miel… Pero todo apunta a que el pueblo árabe tuvo mucho que ver en la introducción de este producto en España.
En 1582 se cita de manera muy curiosa al turrón en unos escritos de Alicante. Y es que, este dulce, servía también como moneda de cambio: “Para las fiestas de Navidad, pagar sus salarios parte en dineros y parte en una arroba de turrones”.
Pasan los siglos y el turrón sigue entre nosotros como un imprescindible en Navidad. Además de los tradicionales, los turroneros se han animado con sabores de lo más atrevidos: turrón capuchino, de chupa chups, pistacho y hasta turrón de jamón ibérico.
Mazapán
Otro de los dulces típicos de la navidad son los mazapanes. Los primeros escritos oficiales sobre el mazapán datan del 1577, aunque en el libro de las Mil y una noches ya existe alguna referencia a lo que podría ser este producto, de supuesto origen árabe. Los griegos también lo reclaman como suyo, pues existía un dulce muy similar elaborado con almendras y miel. Los mazapanes figurativos tienen su origen en Italia. Fueron las monjas sicilianas las artífices de estas formas peculiares. Y en España, hasta el S.XVI no hay menciones al mazapán. Las primeras versiones apuntan al convento de San Clemente, en Castilla la Mancha; donde las monjas, ante la hambruna por falta de trigo, decidieron crear un dulce con azúcar y almendras. En la actualidad se pueden degustar con sabor a todo tipo de frutas y chocolates.
Polvorones y mantecados
Los polvorones y mantecados guardan similitudes, aunque son diferentes en cuanto a textura, aroma y sabor. Mientras los polvorones se asocian a las fiestas navideñas, los mantecados se consumen todo el año en zonas como Toledo.
Ambos tienen su origen en la Estepa, Andalucía. Ya en el S.XVI se habla de la manteca de cerdo en repostería y en el S.XIX, Filomena Micaela Rioz perfecciona la receta y los vende por distintas poblaciones. Sin embargo, no es hasta el S.XX cuando se expande este producto y comienzan a surgir las primeras marcas. Con la inmigración de los años 50, los polvorones y mantecados salen de Andalucía y se dan a conocer en el resto de España.
Tras décadas sin alterar la receta en los últimos tiempos han surgido multitud de variantes e incluso ha surgido una nueva combinación que ha dejado a todos sin palabras: “el polvorezno”, como indica su nombre, una mezcla de polvorón y torrezno.
Roscón de Reyes
Tiene un origen poco religioso, pese a lo que muchos puedan pensar. Todo apunta a las celebraciones paganas del S.II a.C. Hablamos de Las Saturnales, en honor a Saturno, que era el dios de la cosecha. En estas celebraciones se conmemoraba el fin de la oscuridad del invierno y la llegada de la luz de la primavera. Lo hacían con una torta de miel, frutos secos, higos y dátiles. Tuvieron que pasar 100 años para que el haba de la discordia, se introdujera en la torta y ahora, en pleno siglo XXI, los roscones saben a té matcha, jengibre o dulce de leche y semillas de amapola.
En la actualidad se han hecho populares dulces internacionales como las galletas de jengibre, o el panetonne, pero nuestros clásicos navideños siguen siendo los protagonistas absolutos de nuestra Navidad.