La Navidad es la época del año por excelencia para el consumo de dulces y postres de tradición histórica. Cada país guarda un secreto oculto bajo capas y capas de azúcar, chocolate, frutos secos o bizcocho. Una historia que se ha mantenido viva hasta nuestros días para formar parte de la gastronomía estacional de la Navidad.
El recetario de cada lugar tiene un apartado especial que se abre en diciembre y se cierra en enero para hacer de estos postres y dulces navideños algo exclusivo y genuino de esta época del año. Recetas con las que dar la vuelta al mundo, a través de los sentidos, para conocer la historia que se esconde detrás de los dulces navideños más populares.
Comenzamos nuestro viaje gastronómico en España con su tradicional Roscón de Reyes. ¿Conoces su verdadero origen? Muchos pensarán que provienen de la tradición religiosa como su nombre indica, pero en realidad su origen se remonta a las celebraciones paganas del S.II a.C. conocidas como Las Saturnales, en honor a Saturno, dios de la cosecha. Conmemoraba el fin de la oscuridad del invierno y la llegada de la luz con una torta de miel, frutos secos, higos y dátiles. Un siglo después se introdujo en esta torta la famosa haba, símbolo de prosperidad.
El hombre de jengibre es la galleta por excelencia de las fiestas navideñas. En el S.X, el monje armenio Gregory de Nicopolis trajo a Europa el pan de jengibre. Pero quien realmente la catapultó al trono de las galletas fetiche de la Navidad fue la reina Isabel I de Inglaterra en el S.XVI. Cuentan las reseñas históricas, que tenía por costumbre regalarlas a sus invitados más preciados cuando le visitaban en palacio. Con el paso del tiempo, la fama de esta galleta ha traspasado fronteras y es conocida como: Gingerbread man en el mundo anglosajón, Lebkuchen mann en Alemania, Mostaccioli en Calabria, Italia o Muñeco de Jengibre en España. Un clásico en todo el mundo que se puede decorar con originales vestimentas a base de chocolate, glaseado y pasas.
Seguimos ahora por el Mediterráneo para sumergirnos en las mil y una historias sobre el origen del Panetonne italiano. Lo que está claro es que su historia nace en Milán y todo apunta a que un “Toni” pudo tener algo que ver en su creación. Ya en la Edad Media se hablaba del rito “del tronco”. En el S.XVIII aparece por primera vez escrita la palabra panetonne en un artículo del cocinero Pietro Verri como postre de Navidad. Una de las leyendas asegura que un joven aristócrata se hizo aprendiz de panadero para conquistar a su amada. Creó un pan dulce con frutas y sabor cítrico que tuvo tanto éxito que los clientes de la panadería decían: ¡Quiero el pan de Toni!
Subimos hacia el norte y nos asentamos en Escandinavia para hablar de los Lussekatter suecos (13 de diciembre). Cuenta la leyenda que estos bollos de Santa Lucía con toppings de pasas y color dorado por el azafrán eran repartidos por Jesús entre los niños buenos para alejarles de Lucifer. En su origen eran de azafrán, pero tras la guerra optan por colorante para reducir el coste de esta cotizada hebra.
Y saltamos de continente para aterrizar en Japón con su pastel por excelencia que tiene… ¡hasta su propio emoticono! Hablamos del Kurisumasu Keiki o pastel de Navidad. Un bizcocho de nata y fresas. En el S.VII era complicado obtener dichos ingredientes por lo que solo era objeto de degustación de las clases más pudientes. Hoy en día es un símbolo de prosperidad y un imprescindible en todas las celebraciones del país nipón.
Cruzamos ahora el océano Pacífico para probar un dulce infantil que decora todos los hogares americanos en Navidad. Hablamos del bastón de caramelo o Candy Cane. Un caramelo rojo y blanco con forma de bastón y sabor a menta que se ha adueñado de la decoración de todas las casas y tiendas del mundo. Contra todo pronóstico, el Candy Cane no es americano sino… ¡europeo! Parece que su pasaporte es alemán y su origen podría datar del S.XVIII y asentarse en la ciudad de Colonia.
Y terminamos la vuelta al mundo gastronómico-navideña en el continente africano para hablar del Dulce de Papaya de Cabo Verde. Uno de los platos más típicos y demandados durante la Navidad africana que, a diferencia del resto de postres, la fruta es la reina del manjar. Consta de papaya hervida, azúcar, canela, corteza de limón y clavo. Un plato muy parecido al membrillo cuyo resultado es una papaya caramelizada que suele verse acompañada de cubitos de queso tierno.